BANAL 01 [los peces de Plitvice]
“Banal” es uno de esos términos que la RAE define con muy pocas palabras, tres en concreto [1. Adj. Trivial, común, insustancial]. Esto me suscitó el máximo interés para una línea de investigación.
Con la llegada de las Navidades, entre otras cosas se produce una revisión anual de acontecimientos trascendentales (antibanales) que se introducen de manera natural en la cotidianeidad más doméstica, moldeándose y haciéndose costumbre hasta liberarse casi sin pretenderlo de su significación y de su notable importancia. Ante esta situación, me pareció interesante contemplar la posibilidad de explorar acciones banalizadoras con la fotografía, y llevando la acción al extremo, el objeto de banalización sería en este caso no un evento trascendental sino todo lo contrario. No se trata de banalizar cuestiones trascendentales de índole religioso, político, científico o cultural, sino de buscar acontecimientos liberados de toda esa posible carga de relevancia, de modo que la banalización se realiza de forma sutil y ligera, es decir: “una pequeña banalización sin importancia” J
El objeto de estudio son los peces de Plitvice. Antes de llegar al Mar Adriático, el agua dulce pasa durante un tiempo por una serie de lugares interiores de Croacia. En ellos va dejando rastros efímeros que en el atardecer constituyen un interesante escenario de contrastes. Algunas especies proliferan en las aguas de Plitvice, especialmente transparentes. Los peces se mueven sin parar a diferentes velocidades y en diferentes planos, pero la transparencia de las aguas hace difícil la percepción de esta profundidad excepto en el momento en que se cruzan. Varias especies de diferentes tamaños deambulan conviviendo en estas calmadas aguas, la luz sobre las escamas ofrece una vibración especial que se multiplica en cada elemento.
En este caso, banalizar es congelar el movimiento, anular la profundidad, uniformizar los objetos de estudio, olvidar la vibración y los destellos. Fotografiar estos acontecimientos es perder casi toda la información, es anular posibilidades perceptivas, trivializar el objeto de estudio, convertirlo en común, hacerle perder toda su sustancia. Con esta acción desaparece todo interés por introducir en las piezas cuestiones teóricas como la deriva y lo psicogeográfico, la fenomenología de la percepción o la dicotomía entre el espacio liso y el estriado, los peces han dejado de desarrollar esa seductora danza que todo lo sugiere y que nos lleva por caminos intelectuales. Los peces han muerto, son pescados que cuelgan banalmente de un techo, de un flexo o de un espejo retrovisor.